Sal y luz del mundo

Prof. Retirada Carmen G. May-Negrón

Recientemente un grupo de teólogos, activistas y miembros del clero católico publicaron una carta urgiéndonos a los feligreses a votar en contra de Trump. Luego, el papa Francisco se expresa respecto a nuestros hermanos y hermanas LGBTT reconociendo su derecho a ser parte de una familia.

Leer ambas noticias fue un hálito de esperanza; sentirme acompañada de muchos católicos que como yo, buscamos en Jesús a un modelo de amor ante todas las cosas.

Como puertorriqueña, católica practicante y residente de la Florida Central hace más de dos décadas, he visto con dolor cómo la fibra social de esta nación y los fundamentos de una sociedad democrática se han deshechos en cuatro años. Veo con impotencia la institucionalización del racismo, la homofobia, la mentira, el desprecio por el ambiente, por los hermanos inmigrantes, y por mis compatriotas — todos valores contrarios a las enseñanzas de Jesús.

Es más, Trump se burla de los valores cristianos que la doctrina católica nos pide que exhibamos; incluso en su conveniente postura pro-vida, a la que alude cuando le favorece. Un presidente pro-vida actúa responsablemente y con seriedad ante una pandemia no separa a niños de sus padres, no promueve el odio entre hermanos. Tampoco ignora a los residentes de sus territorios hasta que se ve en aprietos en sus aspiraciones políticas, tal como hizo esta semana con Puerto Rico.

Además de amar, Jesús nos pide que seamos sal y luz del mundo y que nuestra luz ilumine el camino a la justicia. Nos toca responder a su llamado, con un voto que preserve a este país y al mundo. Es hora.